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Basta mencionar el paseaíto Las tapas de Ivo Otero, para reconocer el gran talento de Lisandro Meza,
quien continúa siendo uno de los grandes divulgadores de la música folclórica sabanera.
Hijo de don Raymundo y doña Victoria se convirtió en un polifacético ejecutante que interpreta muy
bien varios instrumentos como el acordeón, el piano, la guitarra, el bajo, el tiple, el cuatro, la
tumbadora, la caja y la gaita.
Un día su padre brindó una fiesta a los trabajadores y cuando la mayoría se encontraban algo pasados
de tragos, Lisandro Meza agarró el acordeón y comenzó a tocar La hija de Amaranto, La cumbia
cienaguera y El Alto del Rosario. Su ejecución causó admiración y para Lisandro Meza se convirtió en
el comienzo, en firme, de su vida como acordeonero y cantante. A sus títulos de acordeonero y
cantante le sumó el de compositor en 1959 cuando creó El saludo, un paseo que lo sacó del
anonimato. Luego su carrera artística lograría la consagración total gracias a éxitos como El acordeón
pitador y La gorra no se me cae, (1963); La miseria humana (1976); Entre rejas (1977); El guayabo de
la ye (1978); Las tapas (1979); Baracunataca (1981), Me voy pa la luna y Estás pillao (1982); Y de la
plata, qué y La matica (1984), sólo por mencionar algunos.
Definitivamente logró el estrellato cuando participó en el afamado grupo de Los Corraleros de
Majagual. Fue una de las principales figuras del conjunto al cual ingresó en 1961. El primer disco en
que participó se llama Suéltala pa que se defienda. Después estuvo en grandes éxitos como La burrita
de Eliseo, El caballo relinchón, Hace un mes, La flaca de Vitola y otros.
En 1965 formalizó su propio conjunto para amenizar bailes y fiestas tradicionales. Más adelante
regresó a Los Corraleros de Majagual, bajo la dirección del desaparecido Manuel Cervantes, y con ese
conjunto hizo numerosas grabaciones como cantante y acordeonista titular.
Participó en varios festivales vallenatos. El primero en 1969 en donde no logró ubicarse en una
posición destacada, pero el pueblo lo galardonó distinguiéndolo como «el Rey sin corona»,
contradiciendo así las decisiones de los jueces del momento. Esto le dio un motivo para componer
una canción con dicho título. En 1975 participó nuevamente y ocupó el segundo lugar. En 1978, fue
declarado el primer Rey Sabanero del Acordeón, durante el certamen respectivo que se realizó en
Sincelejo, Sucre, Colombia.
Con su música Lisandro Meza conquistó otras fronteras y realizó visitas triunfales a Ecuador, Chile,
Perú, Centroamérica, México y los Estados Unidos.